Por Dr. Guillermo David San Martin

Escribió Fernando Pessoa que “el valor de las cosas no está en el tiempo que duran sino en la
intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas
incomparables”.

Tulio Eduardo Ortíz fue una persona incomparable con el que sus amigos pasamos momentos
inolvidables.

Nació en Mercedes el 13 de octubre de 1942. Nos conocimos desde que tuvimos uso de razón.
Vivíamos a una cuadra de distancia, nuestras madres eran maestras -Isabel Lennard, su mamá, en la
Escuela Normal, mi madre en la Número 2- y nuestros padres trabajaban en Tribunales (el
escribano Ortíz era Jefe del Archivo y papá Secretario de Primera Instancia) , por lo que sin duda
nos habremos encontrado, llevados por ellos, en alguna reunión de docentes o de funcionarios
judiciales o, simplemente, jugando en la vereda de la avenida 29. Pero la primer imagen que
recuerdo de él es vestido con un traje de marinero con alrededor de cinco años de edad. No pude
entrar en la Escuela Normal en primer grado ni en primero superior (había sorteo para la admisión),
por lo que recién en segundo grado, turno tarde, empezamos a ser compañeros. Era silencioso,
aplicado, muy pulcro, peinado con “gomina”, buen compañero y muy pícaro: hacía chistes y se
quedaba serio, por lo que nunca resultaba reprendido por la maestra si las risas provocaban
alboroto. Al fallecer -joven- su madre estuvo viviendo con dos tíos encantadores -Rosita y Agustín al lado de mi casa.

Pasamos muchos ratos juntos leyendo revistas de historietas, yendo al cine con
compañeros de escuela, correteando en los cumpleaños infantiles (tenía un montón de primos
Lennard, sumamente unidos), sentados en la plaza los sábados, en misa los domingos a la mañana
(fue siempre católico practicante) y a la tarde viendo fútbol en casa de algún amigo -de los pocos
que entonces tenían televisión- y muy de vez en cuando jugando a la pelota pues no le gustaba
mucho hacer deportes.

No estuvimos juntos durante el secundario porque lo hice fuera de Mercedes. Tulio cursó el
bachillerato en el Colegio Nacional. Fue muy buen alumno y excelente compañero (después de
egresado se ocupaba de organizar las reuniones anuales de ex compañeros). Nos veíamos los fines
de semana cuando regresaba a casa y nos juntábamos en el centro, dábamos la típica “vuelta al
perro” los sábados, también íbamos juntos a las “fiestas de 15”, o tomábamos algo en la Confitería
La Perla -repleta de barulleros adolescentes- y nos reuníamos en la casa de su abuela, donde vivía.
Allí solíamos jugar al futbol de botones (era imbatible en eso) en la gran mesa de ese escritorio
único por su tamaño y cantidad de libros que había pertenecido a su abuelo J. Florencio Ortíz,
personalidad muy destacada de Mercedes.

Ya entonces comenzó Tulio a demostrar interés por la Política y a dar la cara por lo que serían sus
valores permanentes: la Democracia y la defensa de las instituciones republicanas. Estuvo en enero
de 1958 en el acto de festejo por la caída del dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez. En ese
año intervino en las discusiones y actos previos a la implantación de la enseñanza “libre” (ley
14557), de la que fue ferviente partidario. En enero de 1959 fue uno de los organizadores del
homenaje a la revolución cubana que hicimos los ilusos que creímos que Castro era democrático.
También participó activamente en los debates que llevaron a cabo en la Biblioteca Sarmiento los
doctores Roberto Lasala y Julio M. Ojea, un privilegio que tuvimos los jóvenes de entonces que
permanece imborrable en la memoria.

Concluido el secundario ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
Fue un destacado estudiante y desde los primeros años de facultad sintió su vocación docente. Así,
por ejemplo, integró en 1965 el Consejo de Redacción de “Lecciones y Ensayos”. Mas, como
adelanté, él “sentía” la Política. Eran los años ´60. Nacía la “cultura juvenil”. Al decir de Juan
Carlos Torre “hasta entonces había jóvenes, pero no juventud” y esa juventud quería ocuparse de
“la cosa pública”. No podía Tulio dejar de intervenir en política universitaria y se adhirió al
Movimiento Humanista -luego Movimiento Social Cristiano- que tuvo figuras importantes como
Bagli, Villalba, Etala, Póvolo, Vicente, Ferré y de cuyas filas salieron dos rectores de la UBA,
Olivera en 1962 y Fernández Long en 1966. Nada de ello fue obstáculo para recibirse joven de
abogado, con diploma de honor. Posteriormente obtuvo el Doctorado en Ciencias Políticas en la
UCA con una tesis calificada como sobresaliente.

Mientras tanto Tulio desarrollaba también actividades políticas en Mercedes cuando volvía a su
casa durante los fines de semana. Así, luego del injustificado y repudiable derrocamiento del
Presidente Illia, fue uno de los promotores de la asamblea realizada en el Club Mercedes para
protestar por los hechos conocidos como “La noche de los bastones largos” y organizador de la
misa rezada en la Iglesia San Patricio a raíz del asesinato del estudiante Santiago Pampillón por la
represión de la dictadura de Onganía.

Ejerció la abogacía en el estudio mercedino del doctor Amer Iriart en el que se ocupó del rubro
daños y perjuicios, haciéndolo con su conocida solvencia. Pero al poco tiempo decidió dedicar su
vida a su gran vocación, la docencia.

Debo destacar en este ámbito colegial que Ortíz fue Secretario General del Instituto de Estudios
Legislativos de la F.A.C.A. Y miembro de su Junta de Gobierno entre 1975 y1980.

En la docencia comenzó como Auxiliar Docente en la Cátedra de Derecho Político del doctor
German Bidart Campos y llegó a ser Vice Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales
(2006-210) y Vice Director del Instituto de Investigaciones Doctor Ambrosio Gioja (2001-2019).
Ha sido tan fructífero su largo paso por la docencia que, para evitar que esta página se alargue
demasiado, remitiré al lector a la nota necrológica que publicó la Facultad de Derecho con motivo
de su fallecimiento, en la que se relata en prieta síntesis el desarrollo de su carrera como profesor
universitario e investigador. (http://www.derecho.uba.ar/noticias/2021/fallecimiento-del-profesoremerito-tulio-ortiz).

Tulio fue autor de varios libros: Los ciclos históricos argentinos, Las transiciones políticas de la
Argentina moderna, Origen y transformación del estado argentino en períodos de globalización,
Estado pos moderno y globalización, La Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en
la formación de las elites, Política y estado, Historia de la Facultad de Derecho, y de innumerables
capítulos de libros y artículos de su especialidad.

Se casó el 19 de diciembre de 1970 con la doctora Raquel Cetrá, de recordado paso como
funcionaria en los tribunales mercedinos. De esa unión nació en 1972 un hijo del mismo nombre
que su padre quien es abogado y docente universitario.

La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires lo declaró a Ortíz Personalidad Destacada de la
Ciencia y la Educación y la UBA lo eligió como una de las doscientas personalidades distinguidas
al cumplirse su bicentenario.

Tulio ha sido co-fundador del Museo Municipal de Mercedes Víctor Míguez y nos dejó la página
de Facebook llamada “Mercedes en el Recuerdo” que nuclea a más de 8300 “memoriosos y
nostálgicos del Mercedes de ayer”, invalorable creación que mantiene viva la historia del “Pago
chico”.

Y sobre todo deja muchos amigos y conocidos tristes por su inesperado fallecimiento ocurrido el
16 de octubre del año en curso.

Junio 2014. El doctor Ortíz recibe el diploma de Personalidad destacada de la Ciencia y la Educación otorgado por ley de la legislatura de CABA. Acompañan la legisladora María V. Morales y los profesores de la UBA Raúl Arlotti y Albor Úngaro
Dr. Ortíz es el segundo de la izquierda y Dr. San Martín el segundo de la derecha (4to grado de Normal)
Dr. Ortíz es el cuarto de la segunda fila desde abajo (5to año de Nacional)
Casamiento del Dr. Ortiz
Ortíz al cumplir cincuenta años de egresado del Colegio Nacional con sus profesores de ese Colegio Albor Úngaro y Ariel Dulevich

Fuente: Dr. San Martin