Por Atilio O. Diorio
Transitábamos el 1960/63. Algunos veinteañeros nos interesábamos por adquirir saber al través de la lectura. Situación que conducía, acorde con esa época, a concurrir a la Biblioteca Sarmiento de nuestro medio. Lo hacíamos semanal o quincenalmente adaptando la visita a nuestras obligaciones.
Lo precitado nos introduce en el Salón de Lectura; allí, por coincidencia de horario solíamos encontrarnos con el abogado de esta ciudad Atilio Emilio Siri. Era hijo del Dr Emilio Siri. Convecino éste, ejerciente de Medicina y, como dato de significación, el primer intendente por el peronismo de la ciudad de Buenos Aires.
Volvamos al Dr. Atilio Siri. Contaba en su patrimonio intelectual el haber integrado la embajada argentina en un país europeo durante el gobierno del Gral Perón. Pero no es ése el elemento vital que nos guía en estos renglones. Porque ellos conllevan memorar el caudal cultural que contenía en su personalidad.
La frecuencia de trato determinó que pudiéramos acceder a experimentar el cúmulo de conocimiento que albergaba en su cerebro. Cuadra remarcar que nos hablaba coloquialmente pero con profundidad de avezado docente; v.b.: sobre la existencia y despliegue vital e institucional de los ilustres personajes históricos cuyo rostro y/o busto se instalan en la parte superior de los extensos estantes que muestra la Biblioteca Sarmiento.
El Dr. Atilio Siri falleció joven y sorpresivamente. Quienes lo hubimos tratado en su momento y por ello recepcionamos su abierta transmisión de conocimiento -que no era poco- como a la vez profundo, lo recordamos con gratitud.
Fuente: CADJMercedes