SOBRE el CONTENIDO FILOSÓFICO del POEMARIO de ANTONIO MACHADO
              Por Juan Carlos Alongi y Atilio O. Diorio
          Todo obedece a una causa. No es descubrir la pólvora. Es hallar el porqué de ciertos pensamientos muy altos y a la vez espirituales que no son afectados por el transcurso secular.
          Ello se muestra en la poética de Antonio Machado. A medida que la reelemos – aunque lo sea con intervalos de años – nos encontramos con una lineal profundidad de meditación que, sin perjuicio de la belleza que nos obsequia Machado en su redacción, se erige en un estímulo a pensar.
         Por nuestra parte, regresando a los párrafos iniciales de estas reflexiones, es agudamente señalable que Antonio Machado, en su permanencia en París durante los primeros años del siglo veinte, en especial 1910 – 1911, concurrió a las clases que el filósofo Henri Bergson  dictaba en la ciudad luz. Para dotar de cima a estos renglones – que lo coronan en su enfoque valorativo de la obra del ilustre vate español –  es de consignar que Bergson en 1928 fue laureado con el Nobel  de Literatura. Era un excelente escritor.  Y su discurrir filosófico, para quien lo lea, se ofrece insuflado por un estupendo manejo de la péndola.   Baste mencionar su consagrado «La evolución creadora».
        Cómo no inferir de esto último, la influencia que ejerciera en la mente y en el espíritu de Antonio Machado. Y la razón del porque sus temas en el ámbito de la poesía, recorren Occidente transportados en composiciones musicales que lo difunden.

Fuente: Dr. Diorio - Dr. Alongi